“A veces en la confrontación, al estar solo uno debe convertirse en su propio refuerzo.“ - Luis Gabriel Carrillo Navas
Había una vez un joven llamado Marcos que hacía todo bien. Es decir, era el hijo perfecto, el hermano perfecto, el mejor estudiante, y el mejor amigo.
Marcos solía juntarse con otros jóvenes que eran mala compañía, los cuales solían saltarse las clases. Cierto día sus amigos lo invitaron a saltarse las clases y él, para que sus amigos no dijeran nada malo, aceptó hacerlo.
Cómo Marcos era buen alumno, sus maestros se preocuparon al no verlo en clases. Uno de ellos, pensando que el joven estaba enfermo, les marcó a sus padres y les preguntó porque no había ido a clases. Sus padres se sorprendieron ya que ellos dejaron a Marcos en la puerta del colegio.
A la hora de la salida sus papás lo esperaban en la puerta de salida, le preguntaron porque había faltado, Marcos no dijo la verdad y fue castigado por sus padres. Marcos al estar enojado, empezó a saltarse las clases y a desobedecer a sus padres, dejó de portarse bien con sus hermanos, empezó a hablar mal y a faltarle el respeto a los que lo rodeaban.
Al estar con sus amigos hacía lo mismo que ellos y se mostraba feliz.
Sus padres desesperados empezaron a buscar ayuda con psicólogos, maestros y terapeutas familiares. Todos dijeron que al sentir la presión social Marcos empezó a comportarse como sus amigos. Sus padres no lo podían creer, ellos decían que no era posible que su hijo se sintiera inseguro o presionado por encajar.
Cierto día, sus amigos lo invitaron a unas carreras de moto ilegales, sus padres no estaban en su casa esa noche. Marcos viendo la oportunidad, se escapó de su casa. Estando en las carreras la policía llegó, Marcos subió al carro de su amigo el cual iba muy rápido tratando de escapar de la policía, pero en la prisa el conductor no se dio cuenta que se le cruzo un trailer y chocaron. Marcos quedo inconsciente al igual que las personas con las que iba en el carro. A las pocas horas despertó inconsciente en una habitación del hospital confundido. Sus padres estaban enfurecidos con él por haberlos desobedecido. Al estar en el hospital, llegó el doctor a examinarlo y le dijo que no podría volver a caminar. Marcos se deprimió y se enojó con todo el mundo.
Sus padres tratando de ayudarlo lo llevaron con un psicólogo para que le diera terapia y lo ayudara a subir su autoestima. En una de sus tantas terapias se dio cuenta que todos los errores fueron por su conducta. Entonces, les pidió disculpas a sus padres por haberlos desobedecido, y volvió a ser el mismo de antes, recordando que el único responsable de sus errores había sido el mismo.